Libros viejos desechados y materiales naturales,
como objetos individuales o en instalaciones
en elaboración contínua desde 1992.

Ecoglifos son signos de esperanza que dan forma a una percepción poética de la naturaleza, en particular de su singularidad sublime e inagotable diversidad, pero también de su vulnerabilidad extrema.

Un ecoglifo se configura a partir de dos elementos básicos: materiales naturales y un libro impreso en tipografía Fraktur. Apenas legible hoy día, esta antigua letra fracturada se considera casi extinta, y los libros en Fraktur acaban en la basura o con suerte en algún mercado de pulgas.

Cuando un libro es hojeado, se abre en sucesivas dobles páginas, que ofrecen espacios íntimos de significados cambiantes. En un ecoglifo, uno de estos cuartos queda fijo, expuesto, y sus páginas abiertas, penetradas por el material natural que dibuja los glifos. La naturaleza invade la cultura, y la cultura la recibe con los brazos abiertos. En el espacio de esta "casa" u oikos – término griego antiguo del que deriva el prefijo "eco" – se configura un mundo en miniatura a partir de una miríada de perspectivas y significados. La orgánica tipografía fraktur enmarca los signos arborescentes y dialoga con ellos. A veces, en las delicadas estructuras de material natural, creemos reconocer caracteres o palabras de distintas lenguas, anhelando la posibilidad de descifrarlos.

Si bien la acción de perforar las páginas de un libro parece atentar contra el significado y la validez de las certezas que contiene, no es de manera alguna un acto irrespetuoso: Cada ecoglifo creado es un intento de reevaluar y revalorizar la conflictiva relación cultura - naturaleza.

Como ecoglifo, el libro impreso – un medio inventado para reproducir y difundir enunciados y verdades – sufre una inversión de su finalidad y se convierte en único, como el fragmento de naturaleza que anida en él y el proceso creativo subyacente.